La importancia del afecto en el desarrollo congnitivo

Todos sabemos que el afecto es imprescindible para nuestro crecimiento y desarrollo  y que tal necesidad no puede sustituirse por ningún otro tipo de recurso. Pero parece que existe confusión al considerarlo solo como un fenómeno espiritual, dejando de lado que el afecto  también es un hecho real, que puede observarse, medirse y cuantificarse a través de actos de cuidado, protección y enseñanza.
 
Según John Bowlby,  El primer vínculo afectivo se establece al nacer, entre el bebé y la madre o quien lo cuida y es precisamente en ese momento cuando se inicia el aprendizaje. Por lo tanto el afecto es el medio para el desarrollo motor, cognitivo y socio emocional de todo ser humano, ya que también favorece  la seguridad en sí mismo y autoestima.
 
Este vínculo afectivo, llamado por los especialistas “Apego”, ha demostrado ser en gran parte el responsable de la futura salud emocional e intelectual del niño. Oinsel T, Young 2001, menciona que las neurociencias han hecho evidente, que la actividad del cerebro necesaria para el inicio del proceso de aprendizaje que consolida la atención, cognición y memoria, es estimulada durante el establecimiento del apego a través del tacto (abrazos y arrullo), del oído y del contacto visual, mientras el bebé es alimentado por la madre o por quien lo cuida.
 
No existe duda en que las experiencias alrededor del apego  guiarán la vida intelectual y emocional de la persona; que el establecimiento de vínculos afectivos es un continuo a  lo largo de la vida y que nuestros sentidos seguirán colaborando en esta función, así como en la actualización de datos grabados en la memoria, por experiencias que surgieron del establecimiento de vínculos en el pasado.  
 
Puntos a considerar:

 

 

  •  La respiración es el medio para contactar con nuestra afectividad, ayuda a calmar las emociones fuera de tono y a clarificar la mente para encontrar soluciones a los conflictos que se presentan en el hogar y/o en el salón de clases.
  • El tacto es el primer medio de estimulación cerebral, demostración de contacto afectivo y establecimiento de experiencias seguras. Una palmadita puede significar para un niño que todo va bien y un abrazo conserva su efecto calmante desde el nacimiento hasta la vejez.         
  • El tono de la voz y el trato agradable suponen un gran paso por parte del padre o educador, aunque muchas veces se sienta tentado a restablecer el buen dinamismo con “un par de gritos”.
  • Las expresiones verbales, manifestaciones de aceptación, las repeticiones y explicaciones de las tareas también son demostraciones de afecto.

 

 

  • El rostro y el cuerpo son ricas expresiones del grado de aceptación y del humor; a través de estos, el niño puede captar si es un buen partícipe y si es bien aceptado.
  • El contacto visual y escuchar son demostraciones de afecto altamente  significativas para todo ser humano.
  • El afecto permite estimular y aceptar la creatividad de cada niño, tomando en cuenta que lo que enriquece su desarrollo, no es la obra creadora, sino su proceso creador que actúa como principio integrador de las diferentes etapas de desarrollo.
  • Las conductas afectivas se caracterizan por favorecer  la independencia física y emocional del niño a través del establecimiento de límites claros, cuidado, ayuda y enseñanza.
  • El maltrato y el afecto no caben en el mismo lugar, es como el sol y la obscuridad.

 

 

Despertar nuestra conciencia sobre la importancia de la relación entre la inteligencia y el afecto es en sí un acto de amor a nosotros mismos, puede contribuir a alcanzar el desarrollo  integral del que tanto se habla en el medio educativo. Dejarla dormida solo será útil para preservar la idea de que los pensamientos son autónomos, separándolos de la plenitud vital de las emociones, intereses, intenciones y necesidades de la persona que piensa…… pero que al mismo tiempo siente y actúa.